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Luz en la ventana

La vuelta al cole

"Como ronea" (Las Chuches & Junior Miguez)

Hoy es el primer día de colegio para la mayoría de los niños españoles. Todos van con sus nuevos cuadernos y sus lápices con puntas tan afiladas que duelen si te pinchan. Todos llevan ropa nueva, limpia y planchada que sus madres han preparado. Están nerviosos; muchos llevan ya varios años unidos al ritual, pero nunca dejan de ponerse tensos. Nuevos profesores, los amigos de siempre, quizás alguno nuevo, quizás alguien nuevo que robe el corazón. Un mundo maravilloso empieza hoy, y eso es lo que se les quedará grabado en su interior por muchos años y rituales idénticos que pasen.
Pero es en esa maraña de niños del mundo, esos seres inocentes que viven distanciados entre sí, a los que diferencia desde el color de piel, hasta el peso de sus economías y el de los libros en sus mochilas, el de los kilómetros que han de recorrer hasta el saber; es donde hoy se recuerda especialmente a todos aquellos que nunca más volverán a ir a sus clases en Beslán, en Osetia del norte. Los informativos Telecinco se han acordado de ellos en la primera edición del telediario (realmente no sé si alguna otra cadena lo ha hecho) y han mostrado la vuelta a las clases (tras la suspensión que declaró el presidente ruso Putin) de todos aquellos que vivieron la pesadilla y que pueden contarla.
En esa diferencia de la que hablaba antes, he podido comprobar la diferencia en los uniformes. Me ha llamado la atención el negro que inundaba todo (no sé si por el luto o porque los uniformes son así). Los niños llevaban pantalón y chaqueta, con camisa blanca y corbata negra; las niñas lucían un vestido negro de manga larga, con algo parecido a un delantal blanco encima, como disfrazadas de criadas. Con su dolor, y la diferencia con respecto a nosotros (parecía una país sumido en el atraso de décadas anteriores), siguen luchando por aprender día a día y por ser capaces de llegar a la cultura que no poseen todos aquellos que pretenden sus objetivos a base de terror. Un niñito rubio, de unos seis años, vestido también de riguroso negro, lloraba con lágrimas transparentes que brotaban de unos ojos verdes, casi grises. Una profesora cincuentona, también rubia pero vestida de color, le secaba las lágrimas con sus manos, y en ese gesto, iban las manos de todo el mundo, las mías incluidas, al despertar en mí un deseo de consolar, de dar esperanza, de confiar en luchar. No sé lo que puede estar haciendo ahora mismo ese niño, pero seguro que sonríe, porque yo y mucha más gente, estamos con él y con sus compañeros, escolares de Beslán.
La canción no es triste, porque no debemos estar tristes. Es un canto a la infancia, y a la felicidad, pero sobre todo, a la ilusión.

1 comentario

R -

A esto me refería antes.
lo ves?
eres capaz de escribir bien sobre un tema muy problemático.
No debes esconderte en tí misma, ya verás como todo es más fácil dentro de unos meses. Es cierto que has pasado una mala racha literaria, yo te he quitado mucho tiempo y eso lo has debido notar.
Pero todo está dentro de tí. Sigue adelante, mi niña, sigue andando.